Un instrumento clave en la colonización de los antiguos imperios fue la religión. Roma no posee una religión peculiar sino que cuando conquista Grecia incorpora el panteón griego y lo difunde por su territorio.
En Hispania, había dioses regionales pero también había dioses orientales. En el siglo II se veneraba a Mitra un dios indoiranio de la luz y la fecundidad. También fue importante la adoración a Cibeles, diosa frigia de Asia Menor. Los dioses romanos se incorporan a las religiones de la península.
Luego de la vuelta a la paz después de muchas guerras, algunas libradas en territorio hispano, y la evidencia de los primeros frutos de la colonización romana hace que los peninsulares vean con buenos ojos la adoración de dioses romanos y la divinización de Augusto el pacificador de la península y del mundo.
La difusión del culto imperial, la celebración de juegos y fiestas y las instituciones políticas romanas constituyen uno de los principales instrumentos de romanización.
El origen del culto imperial tiene sus orígenes en las prácticas orientales en las que los monarcas son divinizados. En este culto, César tiene rango de semi dios mientras que Augusto es netamente un ser divino.
Según Suetonio, Augusto “no aceptó nunca templos en ninguna provincia a menos que no fuese a nombre de Roma y el suyo”, pero los restos arqueológicos indican que existían templos consagrados sólo a Augusto.
Los historiadores creen que este culto al emperador no estaba organizado de manera oficial sino que tendría sus orígenes en un movimiento de adhesión espontáneo.
El Senado romano nunca adora en vida y esto es evidente ya que los romanos son reacios a este tipo de prácticas pero a la muerte de Augusto la situación cambia. En Roma se crea un colegio de 21 sacerdotes para que se encarguen de la divinización legal.
En España, se le rindió culto a Augusto entre los años 38 y 34 a.C. momento en que éste tenía cerca de 34 años. Se cree que el hecho de reclutar su guardia personal en la zona del Ebro impulsó su veneración.
En el año 25 a.C. se erige en Tarragona un altar en honor a Augusto y es precisamente desde este lugar desde donde se irradia el culto a Augusto.
El culto a los emperadores se mantuvo hasta la época constantiniana.
El culto imperial es ejercido en las ciudades por los flammes (sacerdotes) y está cargo de la aristocracia municipal.
Si bien los libertos se encuentran excluidos del sacerdocio municipal pueden se elegidos como seviros augustales es decir, se encargaban del culto al emperador.
La difusión de los seviros fue importante en las zonas que tenían una importante vida urbana.
Los Concilia
Durante el siglo I d.C. se difunde por todos los rincones de la península el culto imperial. De manera anual, se congregan en las capitales de las tres provincias Bética, Lusitania y Tarraconence, los Concilia que eran asambleas de sacerdotes locales. En estas reuniones se realizaban las fiestas correspondientes a la celebración del culto del emperador.
Los concilia tomaron carácter regular durante la época imperial y se estrechó con el culto a Augusto.
Los legati era los que concurrían a los Concilia. Estos eran representantes de las comunidades rurales y urbanas de zonas que no tenían el carácter de ciudad. El número que cada comunidad enviaba dependía de la importancia de su población. En estos Concilia también participaban los flámines provinciales.
Reunión de los concilia
El concilium elige un presidente quien tendrá el privilegio de ejercer por un período de un año el sacerdocio del templo provincial. Este puesto es la cúspide a la que se puede llegar luego de una carrera municipal. Cuando su sacerdocio llega a su fin son honrados por el concilium por medio de la erección de estatuas o brindándole un puesto permanente en la curia de la ciudad.
Luego de un tiempo, son estos sacerdotes los que representan el nivel social más elevado de la sociedad.
Funciones de los concilia
La principal función de Concilia es celebrar el culto imperial por medio de fiestas religiosas y juegos. Como tareas secundarias, se encuentran la conservación de los templos consagrados a los emperadores, erigir estatuas para honrar a los césares. En ocasiones, pueden dirigirse a los emperadores para solicitar la solución de problemas que acosan a las provincias o para pedir amparo frente a funcionarios.
En temas políticos también tienen influencia ya que al finalizar el mandato de los gobernadores imperiales tienen el poder de enviar a Roma mensajes de acusación o elogio acerca del desempeño del mismo. Estos mensajes llegan al Senado y luego al Emperador o prefecto del Pretorio.
La actividad financiera desempeñada por los sacerdotes era fundamental para cubrir los gastos propios de su función. Para la toma de decisiones primero cada legado exponía su opinión y luego votaban.
Concilia en Hispania
Los concilia de las tres provincias de la península se reúnen de manera regular. Estas reuniones facilitan e incentivan el contacto entre las gentes de las tres provincias con lo que surge un sentimiento de solidaridad.
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