Consecuencias de la romanización de España


La conquista y romanización de España trajo importantes consecuencias que se extenderán en el tiempo.
El imperio logró atenuar las diferencias que separaban a los peninsulares y logró que se estableciera un contacto entre ellos.Se favoreció la unidad hispana a través de fuertes instituciones. 
La romanización se inicia con el contacto militar y pacífico. Los hispanos se relacionan con magistrados y legionarios. En la lucha de Roma contra los cartagineses, las tribus volcaron su apoyo a Roma y le juraron fidelidad. Posteriormente, habitantes del sur de España se desempeñan como mercenarios de Roma. El contacto con personas de otros sitios que habitualmente acompañan al ejército termina por influenciarlos y convertirlos al modo de vida romana. De esta manera, son los mismos españoles quienes expanden la influencia romana por la península así llega la lengua, las instituciones y otras costumbres típicas de la vida romana.

teatro romano merida
Teatro Romano - Mérida

Con el comercio, llegan a España vestidos, cueros, maderas y armas mientras que se exporta una gran cantidad de trigo.
Una vez que España ya es conquistada por Roma se emplazan en la península las primeras colonias de veteranos romanos que cumplen, a lo largo de todos los territorios romanos, la función de romanizar la región.
Pero no son solo soldados los que migran hacia España, sino que también existe una gran corriente migratoria de romanos, latinos que se establecen en la Bética y en la costa del Levante. Algunos sólo buscan minerales, especialmente de Cartagena y Almadén. Pero otros tienen por objetivo generar riqueza con el vino, el pescado, la madera y el aceite. Dado que se intensifican las relaciones comerciales la influencia romana se incrementa ya que los mercaderes romanos llevan consigo el habla romano, las vestimentas y otras costumbres.
Pero existe un elemento común en todo el imperio que ayuda a la romanización: los caminos y calzadas romanas.

vias romanas iberia
Principales vías romanas de la península ibérica

Se cree que desde el siglo II a.C. Roma se preocupa por construir vías militares y comerciales. En los inicios se hace uso de las ya existentes que se remontan a periodos prehistóricos.
Los caminos son tan importantes como los militares o los magistrados. En tiempos de la República se crea una calzada denominada posteriormente como Augustea que une Narbona, Tarragona y Cartago. Antes del gobierno de César se construyen calzadas que nacen de esa vía y se adentran en la Península. Ya en el gobierno de César, esta vía llega hasta el corazón de España y desde allí une Córdoba, Sevilla y Cádiz. Esta calzada es finalizada en el 1 a.C.
Durante la época de Augusto, se construye una nueva calzada entre Elche y Guadi y luego una nueva de Terraco hasta Caesar Augusta (Zaragoza). Luego llega hasta Mérida, Astorga y Braga (Portugal). Posteriormente, Tiberio deriva de esta vía una nueva que desde Zaragoza que llega a las Galias y otra que atravesando la costa de Cantabria llega a Asturica Augusta (Astorga) y de allí une Ementa Augusta (Mérida). Calígula hace unir esta última con Olisipo (Lisboa) que luego continúa hasta Lucus Augustus (Lugo) y Brigantium (La Coruña).
Durante el imperio de Trajano (98 -117) se crean dos vías una que parte de Olisipo (Lisboa) hasta la boca del Guadiana y otra de Astorga a Zaragoza atravesando la orilla del Duero.
Esta nutrida red de vías facilitará la rápida expansión de la cultura romana por todos los rincones de la Península Ibérica. 

Rutas fluviales

Durante la antigüedad, los grandes ríos eran navegables en tramos muchas más largos que en la actualidad. El Guadiana era navegable hasta Mérida, y el Guadalquivir hasta Sevilla. Con barcos de menor calado se podía llegar hasta Córdoba. El Tajo y el Duero también eran navegables y el Ebro en algunos trayectos.
En algunas zonas las vías fluviales eran más importantes que las terrestres. Este es el caso del Guadalquivir.
Con la eliminación de los piratas que asolaban el Mediterráneo este se convirtió en uno de los principales agentes de la romanización de todas las provincias del Imperio.

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